Me gusta el verbo acompañar. Es un término amable y cercano que incluye varios significados interesantes que según la RAE son entre otros:
- tr.Estar o ir en compañía de otra u otras personas. U. t. c. prnl.
- tr.Juntar o agregar algo a otra cosa.
- tr.Dicho de una cosa: Existir junto a otra o simultáneamente con ella. U. t. c. prnl.
- tr.Dicho especialmente de la fortuna, de un estado, de una cualidad o de una pasión: Existir o hallarse en una persona.
- tr.Participar en los sentimientos de alguien.
De los muchos acompañamientos que podemos observar en nuestra sociedad, son dos los que más me interesan y por supuesto, están muy relacionados. La educación y la psicoterapia.
La educación será muchísimo más positiva y generará mayor capacidad de disfrute y de ser dichoso en la vida, si se hace desde el amor. Para mi es evidente que tanto en casa como en la escuela e incluso en instituciones educativas posteriores al colegio, el amor en la medida en que forme parte de la ecuación, será uno de los ingredientes de mayor trascendencia.
Creo que los dos ejes sobre los que debe articularse la educación son límites y amor. Los dos son fundamentales para la salud integral de las personas. Hasta hace poco tiempo lo imperante en la sociedad occidental era potenciar mucho los primeros sobre el segundo. La disciplina, la obediencia, los castigos, la adaptación a las normas, … han pesado mucho más que los cuidados, el respeto y el cariño. La educación de “ la letra con sangre entra”, que en muchos casos parecía más una domesticación, ha dado sus frutos generando adultos dañados y disciplinados que salen adelante con heridas profundas y limitaciones importantes, que no se tienen demasiado en cuenta porque “así es la vida”. En la primera mitad del siglo XX eran normales los castigos físicos, la humillación del niño ante sus compañeros, las descalificaciones, el acoso escolar, los abusos dentro de la escuela, etc. Lentamente hemos ido cambiando y desechando estas prácticas tan nocivas. Nos debemos felicitar por este cambio que, sin duda, ha sido muy beneficioso para nuestra sociedad.
Existe en estos momentos un movimiento encaminado a darle mucha mayor importancia al amor en la educación, tanto en casa como en la escuela que, si de verdad respeta la importancia de inculcar unos límites sanos al niño, conseguirá que la salud psicoemocional de la población se incremente notablemente.
Dependiendo de la edad será necesario variar el peso de los dos elementos de la ecuación. El bebé necesitará mucho más amor y menos límites y según vaya creciendo irá variando hasta la adolescencia en la que se requerirá más energía en los límites y menos en el amor.
Con respecto al acompañamiento psicoterapéutico, también debe girar sobre los dos ejes: límites y amor. Desde la Psicoterapia Humanista Integrativa, los límites están claramente definidos y aceptados previamente por todos los que forman parte del proceso. Tras esta aceptación mutua de “las reglas del juego”, puede ofrecerse un tratamiento desde el amor y respeto. El paciente se sentirá el protagonista de su camino de cambio, a través de decisiones que tomará adulta y libremente. Nadie puede cambiar al otro, tan solo podemos cambiarnos a nosotros mismos. Eso sí, para muchos cambios se requiere ayuda externa, pero el cambio lo realiza cada uno.
El acompañamiento que realizo a pacientes desde hace más de treinta años es, sin duda, desde el amor. Procuro que la Relación terapéutica sea protectora, respetuosa, sólida y segura, pero sobre todo amorosa. Solo así el paciente permitirá que juntos,entremos en su mundo emocional arcaico herido. Después de toda una vida huyendo de esas emociones, el paciente protegido por esa Relación Terapéutica, podrá primero dejar de huir, para más tarde descender a “sus infiernos”, enfrentarse a “sus demonios” y vencerlos.
Mientras acompaño a mi paciente en su camino de resolución de sus conflictos arcaicos a nivel emocional, el clima de protección emocional, el amor recibido y el respeto le permitirán acercarse cada vez más, a su otro gran objetivo terapéutico que será la autonomía personal. Ese trayecto de crecimiento personal junto a la resolución de los conflictos, harán que una persona en proceso psicoterapéutico desde el enfoque Humanista Integrativo, consiga llevar las riendas de su vida. Y ser más feliz.
Cuando acompañamos con amor a alguien en su proceso, sea este cual sea, facilitamos que el camino transcurra por una nueva dimensión. Mayor profundidad, diferentes perspectivas, acceso a lugares antes imposibles…, permitirán que los resultados obtenidos sean espectaculares. Cuando el amor entra en juego, la vida adquiere otro color. Es más vida.
Me ha encantado Pepe, gracias
Juan Carlos
Muchas gracias Juan Carlos